miércoles, 7 de noviembre de 2012

Fórmula para preparar judías

Para poner un plato de judías
que puedan asombrar al mundo entero
se debe preparar un cocinero
estudiando el asunto quince días.

¿Se pueden aplicar las salsas frías?
¿Se deben de servir en el puchero?
Resolver tales dudas yo no quiero
ni escribir sobre el caso tonterías.

No extrañes, pues, lector, que tan mal ande
el que tan regalón pasó la vida,
que comiendo con gusto y con deleite

se engulló casi siempre la comida
sin poder distinguir, ¡lástima grande!,
la manteca, con los guisos, del aceite.
Guillermo Rancés

martes, 26 de julio de 2011

miércoles, 13 de julio de 2011

Horchata de chufa

 

Sostiene mi tío materno Isidoro Pereira que el origen de la voz horchata procede de un encuentro entre Jaime I el Conquistador y una muchacha valenciana, allá por el año 1231. Al parecer, la joven dio a probar al rey un cuenco de leche de chufa, y este, maravillado, exclamó: «Açò no és llet, açò és or, xata!». Y de ahí la orxata, y de ahí etcétera etcétera.
Mentira. Men-ti-ra. El relato, que ameniza una de cada tres meriendas familiares en casa de mi abuela entre junio y octubre aproximadamente, es una más de las etimologías apócrifas de mi tío, una de tantas que, ayudada de los diccionarios, he tenido que refutar por mi cuenta y silenciosamente, guardando el secreto para no quitarle la ilusión a mi hermana pequeña, que tanto se divierte con esos cuentos sobre el origen de las palabras. 
En efecto: Covarrubias no registra la voz horchata, pero sí hordiate, ‘bebida que se hace con cebada cocida, para templar el calor del enfermo, lat. plisana’. Y explica la procedencia del término: ‘díjose hordiate, ab hordeo, que es cebada’. En Autoridades sí aparece, dos lugares por encima de la hordiate, una horchata que se hace ‘de pepitas de melón y calabaza, con algunas almendras, todo machacado y exprimido con agua, y sazonado con azúcar’. Y de nuevo viene la aclaración: ‘díxose assí quasi hordeata, porque las más veces se hace con agua de cebada’.
En 1803, siempre según el DRAE, las pipas pueden ser de sandía; en 1843, las almendras se colocan en primer lugar; en 1852 ya se aceptan otras modalidades (‘también se hace solo de almendras, de chufas u otras sustancias análogas’); en 1869, atención, tenemos incluso horchaterías en el diccionario. Pero hasta 1992 no aparece la definición que pone las cosas en el lugar que le concedemos hoy: ‘bebida hecha con chufas u otros frutos, machacados, exprimidos y mezclados con agua y azúcar’. O sea: primero las chufas, después los otros frutos.
Ahora bien: volvamos hacia atrás. Si buscamos chufa en Autoridades, encontraremos dos acepciones. La primera —‘burla, mofa o escarnio’— viene de muy lejos; un vistazo al CORDE nos confirma que con esta intención utiliza el sustantivo el Arcipreste de Hita, en el Libro de buen amor:
Non creades que es libro neçio, de devaneo,
nin tengades por chufa algo que en él leo:
ca, segund buen dinero yaze en vil correo,
ansí en feo libro está saber non feo.
Autoridades incluye también el verbo chufar; no así un adjetivo, chufador, que ya empleaba, entre otros, Alfonso X, y que después usaría su sobrino, el infante don Juan Manuel, en el Libro de la caza. Tampoco se pierdan los Judizios de las estrellas, donde se asegura que ciertas (des)conjunciones de Venus y Saturno «fazen el nacido seguidor de sus uoluntades; fornigador de suzios fornicios & de feos; […] chufador; faze fornicios en sus parientas, & por enganno; aborrece buenas cosas & buenos fechos; apartadizo; de mal fablar & de mal razonar», etcétera.
Pero a lo que vamos: la segunda acepción de chufa en Autoridades alude a cierta ‘frutilla dulce, […] golosina de muchachos’, con la que se hace ‘una bebida mui semejante a la orchata, mui sana y sabrosa’. Mayans, en sus Orígenes de la lengua española (1737), refiere que dicha golosina, con su nombre (pero habla de la chufa, claro, no de la horchata), vino de Valencia.
Ahora —ahora y solamente ahora, en el penúltimo párrafo de este rinconete— se me ocurre entrar en la página electrónica de la marca de horchata más conocida en España; una marca que remite de manera inequívoca, claro, al citado fruto. Y resulta que allí leo otra vez la leyenda sobre Jaime I y la joven valenciana; la misma que cuenta mi tío, pero narrada con más cautela, sin tomársela tan en serio. Y a continuación, una frase —«La horchata es una bebida cuya esencia es la chufa»— acerca de la cual se podría discutir mucho.
Y eso haremos mi tío y yo… en la próxima merienda.

Irene Cuervo, en el Rinconete del CVC (Centro Virtual Cervantes)